Para ti, Natalia

Te escribo porque generalmente las letras no van a ti, sino que salen de ti.
Recuerda, cuando en algunos años vuelvas a leer esto, que estabas en Prishtina, Kosovo. Que fuiste a un lugar del que sentiste tenías que escapar corriendo, que no querías caminar por donde habían encontrado 44 cuerpos de albaneses que habían masacrado los serbios. Recuérdalos, recuerda que pisaste las hojas y el barro y los troncos. Que algunos te cogieron de la mano para que no te quedaras sola. Que simplemente sentiste que estabas caminando sobre el hermano, el padre, el hijo de alguien. Que no se te olvide lo que viviste hoy. Que eres fuerte porque sueñas con algo diferente, que eres valiente porque sólo esperas que esto no vuelva a ocurrir, que eres una soñadora y hoy te fuiste al piso. Hoy tus piernas temblaron, el estómago se te revolvió y te faltó el aire. Acuérdate que Alejandra te abrazó y te dijo que lloraras y lloraste. Con dolor, con asco, con angustia. Recuerda que Evie te cogió los dedos de la mano para que no bajaras sola, porque sabía que sólo querías escapar. Acuérdate que te acordaste de La Escombrera, de Medellín, de tus muertos, de sus muertos, de las caras, las manos, la ropa, las tumbas, las fotos de Héctor Abad Colorado. Los ojos, las motosierras, la tierra... la tierra... la tierra.

Recuerda que cuando bajaste la colina te encontraste con el piso firme pero tus piernas no lo sabían todavía. Temblaron, temblaste. Siempre recuerda que Alejandra te abrazó, que Dimitri te ofreció un cigarrillo porque no supo cómo darte un abrazo, que Poppy te ofreció un abrazo y no supiste recibirlo. Recuérdalo todo y recuérdate siempre.




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