Garabatos.


- He aquí el día al que le temía. He aquí ese dolor en las entrañas. En la boca de la vida. En las plantas de los pasos.

¿A qué te refieres?

- He aquí el día en el que el tiempo colma los bolsillos, las sonrisas, los momentos.

¿Por qué tan trascendental?

- Ya quisiera yo que algo trascendiera, mutara, se extinguiera.

¿Acaso no te das cuenta que todo muta, todo cambia?

- En la vida de antes todo cambiaba.

¿De antes?

- Sí. Esa en la que escribía más. Leía más. Bailaba más. Sonreía más. Quería más. Anhelaba más. En esta vida me acurruco y veo algunas sombras pasar. Solo bailan mis dedos. Se ha marchitado tanto y todo adentro. Ya no sé bien cómo es eso de ser feliz.

Pero si ser feliz es tan sencillo.

- Me acostumbré a ser feliz sólo de una manera. Solo con unas palabras. Unos pasos. Unos besos. Unos bailes. Me llené de unas letras que me vistieron todo el cuerpo. Remolinos de frases. Mucha tinta y mucho arte. Y ahora que he querido escribir con menos rojos y pasar a unos grises... ya no tengo colores, no tengo tinta, no tengo aliento.

¿Has intentado con otra caja de colores?

- Sí. Pero he partido cada uno de los colores. He pintado algunas sombras, pero me he quedado en ellas. He pintado unos besos, he trazado algunas caricias. Pero nada cobra vida, todo se queda estático, frenético, histérico. Y a mí la verdad me gusta esta caja de colores, pero tal vez... ya no sé pintar.

A uno no se le puede olvidar cómo pintar...

- Mira... de Navidad me regalaron un frasco muy especial. Por cada burbuja que pudiera hacer de ese frasco, tenía derecho a un deseo. Deseé volver a pintar. Con colores. Con matices. Con relieves. Deseé construir. Mover. Encantarme. Deseé sentir, salir, descascararme.

¿Deseaste olvidar?

- Sí. Pero tampoco quiero olvidar del todo. Hay algunas palabras y unos besos que ya no se olvidan.

¿Te has leído últimamente? Pareces hablar de unos colores con buenos recuerdos, con los que pintabas bien... pero creo que has perdido esos colores, ¿has buscado debajo de tu cama?

- No.

Exacto. Debajo de la cama se pierden las cosas. Bien sabes que habitan unas sombras, unos monstruos, unos seres. Y tienes una caja de colores que se mueren por pintarte las paredes, los rincones, la vida entera y tú no sabes ni tajarlos, ni moverlos, ni usarlos.

- Ya no sé pintar.

Sí sabes. Pídele a Isa que te vuelva a enseñar a rayar. Haz garabatos. Intenta rellenar figuras y decir que es arte. Tienes el alma llena. No vacía. Solo que necesitas empezar a pintar eso que llevas dentro. Y tú sí sabes cómo hacerlo.


Natalia Riveros Anzola
Mayo 20 de 2013


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