Pobre niña perdida

Así se despertó ella... con el cuerpo lleno de vacíos extraños...
de vicios de otra piel...
Con un orgasmo que no tenía conexión alguna con el corazón...
Se tocó la piel... y no se reconocío. Estaba ebria de ganas falsas, de un "te quiero" inventado.
Detestó quien era. Otra vez había ganado el trago, el falso amar y la soledad.

Nada más traicionero que la soledad...
Desata la piel, y vuelve al alma una niña perdida.
Asi se sintió ella, como una niña perdida en una cama que no conocía,
en unos brazos que jamás había sentido... en un corazón que jamás lleharía a conocer.
Así se dejó ella embriagar por besos, por caricias oportunas, por palabras que no servían.
Así fue.
Se dejó llevar...
Se escapó de sí misma... se fugó de su mente, de su alma...
y dejó sólo el cuerpo para que otro lo usara...

No servía nada. No hacían falta palabras bonitas.
Sólo se movían al ritmo que produce el sexo. Eso era todo.
Algunos gemidos, algunos gritos, y ganas de no recordarlo después.

Me dijo que era mejor acostarse con alguien con quien quisiera despertar.
Pero que esa no había sido la ocasión.
Pobre niña perdida...
necesita alguien que la encuentre... y le de una vuelta por la vida,
para ver si vuelve a sonreir... y de dejar de vender su cuerpo al primer postor.

Natalia Riveros Anzola

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